Hay
algo de lo que sí estoy segura, no podrá quererle como le quiero yo. No
podrá adorarle de ese modo, no sabrá advertir hasta el menor de sus
movimientos, de aquellos gestos imperceptibles de su cara. Vale que
sólo ella ha concebido el don de ver y conocer el verdadero sabor de sus
besos, el color real de sus ojos. Nadie podrá ver nunca lo que yo he
visto, y ella menos que ninguna. Ella no se divertirá con sus bruscos
cambios de humor y sus enfados eternos, ella no amará hasta los dedos de
sus manos después de un duro entrenamiento, sus uñas comidas, esos pies
tan particulares, ni el lunar de su muslo izquierdo. Puede que ahora
ella tenga todo eso más cerca que yo, puede, pero nunca será capaz de
amarlo, no de aquel modo en que yo lo amo.
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